Semilla amarga, adictiva, que deja dulces recuerdos

Con su verbo desbordante, el historiador de La Habana, doctor Eusebio Leal, no pudo contar de mejor manera el impacto del cacao en la cultura del continente americano y cómo desde ahí, su delicado perfume inundó el mundo, para retornar en nuevas y sutiles recetas trasmitidas en las calles de Amsterdam y Bruselas.

 

En la presentación del libro El cacao y el chocolate en Cuba (2005), de las licenciadas en Historia y Filosofía, Niurka Núñez González y Estrella González Noriega, respectivamente, Leal expresó que cuando visitó Baracoa, como testimonio de hospitalidad, le obsequiaron bolas del amargo y puro cacao y la fragancia que le devolvió, lo sustrajo a su infancia, “cuando los escolares habaneros llegábamos en jubiloso tropel a las antiguas fábricas de La Estrella y La Ambrosía”.

“Desde entonces nunca olvidé el placer sensual que se percibe en los labios y el aroma que no se parece a ningún otro.

Se ha hecho tostar y moler, agregándole canelas del oriente y almendras europeas o americanas. Se ha servido en tazones de porcelana de China o como delicado néctar para virreyes y obispos”, precisó el historiador.

Quizás por eso el centro histórico de La Habana, lleno de callejuelas y plazas, testigos de tantos acontecimientos, no podía dejar de tener un establecimiento dedicado a venerar platos y bebidas de la ilustre semilla, así como finos bombones artesanales que llevan el cacao hasta su más excelsa expresión.

Más cerca de las plantaciones de cacao, en la ciudad primada de Baracoa, llamada también “la capital cubana del cacao”, las plantaciones de esta semilla tomaron auge a fines del siglo XVIII, con la llegada de colonos franceses y esclavos haitianos que huían de la revolución en Haití.

Sin afirmar que en Baracoa exista una gran variedad de usos culinarios del cacao, sí se puede asegurar que hay una tradición familiar de hacer las llamadas “bolas de cacao” que se preparan con cacao puro. Una vez que el cacao está seco, se tuesta, separando de él “la testa” o “cascarilla”. Después de aventarlo se pila —queda más “granoso”— y se muele, obteniéndose una masa a la que agregan especias dulces como nuez moscada, “la especia preferida del cacao”, clavo de Castilla, anís y vainilla.

Chorote, típico de Baracoa

Ingredientes

 

Bola de cacao, azúcar, leche de coco, bananina u otro espesante, especias dulces.


Modo de elaboración

 

Se ralla la bola de cacao y se echa en agua hirviendo con especias dulces como nuez moscada, clavo de Castilla, anís y vainilla. Se agrega leche de coco extraída previamente después de agregar agua caliente a la masa de un coco seco rallado, exprimir y colar la mezcla.

En un recipiente aparte se disuelve el espesante (bananina, maicena o almidón de yuca) con una porción de agua tibia y se añade al recipiente donde se cocina el chorote. Se agrega azúcar y sal a gusto.

 

Se revuelve constantemente hasta que la mezcla espese y se cuezan bien todos los ingredientes, lo cual evita que se formen grumos y que el chorote se derrame al hervir la leche.
Se puede añadir leche de vaca a gusto en sustitución o junto con la leche de coco.

Obtendrá un chocolate espeso, de sabor puro, inigualable.

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